La experiencia del monasterio
Historia. ¿Qué puede aprender la velocidad contemporánea de la cultura contemplativa de la vida monacal? Un medievalista analiza ese encuentro.
El doctor Gert Melville (Wartenberg, 1944) es un catedrático alemán de Historia Medieval, con numerosas publicaciones sobre su especialidad, no traducidas aún al castellano. Recientemente visitó por primera vez la Argentina, invitado para dictar, junto con otros catedráticos, el seminario Experiencia monástica: Los monasterios medievales como laboratorios de innovación para el futuro , en el espacio Lectura Mundi, de la Universidad Nacional de San Martín. Con una importante asistencia, el seminario significó una apertura a la interdisciplinariedad y a un serio intento de reflexionar sobre un modo de experiencia de vida medieval como modelo de crítica e influencia sobre el mundo actual.
Aquí presentamos la entrevista que realizamos al doctor Melville sobre diversos temans, entre ellos, el monacato medieval y el mundo moderno, sobre el rol que jugaron los monasterios en la conservación de la cultura, la dispersión contemporánea y la contracara monacal, su actitud hacia la contemplación y la reflexión.
-¿Cómo piensa usted que el monacato, siendo una forma de vida fuertemente orientada hacia la soledad y el aislamiento, puede tener algún tipo de influencia posible en una cultura como la nuestra, que invita a la masificación, a la actitud veloz y no reflexiva ni contemplativa?
-En la sociedad moderna se podría decir que el monacato es solamente un contraste de esta sociedad. Mientras que en el Medioevo era el monacato justamente la forma más aguda, perfecta, de aquello que se entendía por sociedad. Hay una cosa que es común en el monacato, tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna, y esto es que los monjes presentan una perfección de su organización, de su modo de vivir. Tanto en el Medioevo como en la Modernidad, es común esa perfección que el monacato exhibe. Por eso los monjes muestran que se puede ser perfecto en algo, ser perfecto en una idea. Esto me parece muy importante en una sociedad como la nuestra, tan variada, tan múltiple y tan caótica en cierto sentido.
-En la sociedad moderna se podría decir que el monacato es solamente un contraste de esta sociedad. Mientras que en el Medioevo era el monacato justamente la forma más aguda, perfecta, de aquello que se entendía por sociedad. Hay una cosa que es común en el monacato, tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna, y esto es que los monjes presentan una perfección de su organización, de su modo de vivir. Tanto en el Medioevo como en la Modernidad, es común esa perfección que el monacato exhibe. Por eso los monjes muestran que se puede ser perfecto en algo, ser perfecto en una idea. Esto me parece muy importante en una sociedad como la nuestra, tan variada, tan múltiple y tan caótica en cierto sentido.
-Se puede ver en la historia del monacato que hay cierta contradicción entre la exigencia del voto, de la austeridad, como una de las reglas del monacato, y lo que en la Edad Media fue la orden de lo cluniacenses, caracterizados por una exhibición de riqueza. ¿Es una contradicción que se puede observar también en el monacato contemporáneo o la austeridad ha triunfado definitivamente?
-Ya en la Edad Media comenzó a triunfar el modelo de la austeridad en los monacatos. Después del Barroco hubo en Europa en general un movimiento de concentración en lo esencial. En los monasterios esto se mostró en dos sentidos. Por un lado, la interioridad concentrada en conectarse con la trascendencia. En segundo lugar, la concentración de los monjes en atender a los prójimos o al prójimo. Hoy en día, en Europa, pero también en América Latina, hay conventos o monasterios que viven con este modelo con dos direcciones.
-Ya en la Edad Media comenzó a triunfar el modelo de la austeridad en los monacatos. Después del Barroco hubo en Europa en general un movimiento de concentración en lo esencial. En los monasterios esto se mostró en dos sentidos. Por un lado, la interioridad concentrada en conectarse con la trascendencia. En segundo lugar, la concentración de los monjes en atender a los prójimos o al prójimo. Hoy en día, en Europa, pero también en América Latina, hay conventos o monasterios que viven con este modelo con dos direcciones.
-El monacato abierto al prójimo, ¿sería una concesión a una presión social? ¿O desde el vamos era parte del ideal de perfección del monje cristiano?
-Si hablamos desde los orígenes, remontándonos a la Antigüedad, Roma y Grecia, ahí no hay una dirección hacia el prójimo. Avanzando en la temprana Edad Media, ahí se empieza a ver un interés por el prójimo, que primero se trasluce a través de la acción del rezo. Se va conformando ya un compromiso con el prójimo, con la sociedad, pero a través del rezo. Esto luego se va transformando en un cuidado directo de los enfermos, de los pobres, que ya es incluirlos en un cuidado directo, una asistencia, no sólo a través del rezo, sino también con la acción. En las órdenes benedictinas o las franciscanas, por ejemplo, no se va a Dios a través del retiro solamente en la persona, sino a través del prójimo. Hay una cita del Nuevo Testamento que dice: aquello que le hagas al más pequeño lo estás haciendo también para mí. Jesús dice eso.
-Si hablamos desde los orígenes, remontándonos a la Antigüedad, Roma y Grecia, ahí no hay una dirección hacia el prójimo. Avanzando en la temprana Edad Media, ahí se empieza a ver un interés por el prójimo, que primero se trasluce a través de la acción del rezo. Se va conformando ya un compromiso con el prójimo, con la sociedad, pero a través del rezo. Esto luego se va transformando en un cuidado directo de los enfermos, de los pobres, que ya es incluirlos en un cuidado directo, una asistencia, no sólo a través del rezo, sino también con la acción. En las órdenes benedictinas o las franciscanas, por ejemplo, no se va a Dios a través del retiro solamente en la persona, sino a través del prójimo. Hay una cita del Nuevo Testamento que dice: aquello que le hagas al más pequeño lo estás haciendo también para mí. Jesús dice eso.
-Usted estudió el tema de la conservación de la cultura por mediación del monacato. Por un lado tenemos la imagen tradicional del monje, en el monasterio, en la oración y en la copia de los manuscritos bíblicos. Por otro lado y en este contexto, para que el monje se abriera al mundo, a los pobres, a la forma de San Francisco de Asís, ¿no fue necesaria cierta renuncia a ese rol prioritario del monje como conservador de la cultura bíblica a partir de los manuscritos?
-La pregunta es muy pertinente. El cambio que se dio es el siguiente: cuando órdenes como los franciscanos se dieron cuenta de que su tarea era ocuparse del prójimo, se trataba de un cuidado no sólo del cuerpo del prójimo, sino también de su espíritu y alma. Eso significaba que había que dedicarse a reflexionar y a estudiar qué es ese cuerpo, qué es esa alma y ese espíritu. Entonces, para poder ayudar hace falta ser primero un buen teólogo, ser una persona preparada en el estudio del cuerpo, de la naturaleza, el estudio del ánima, de la psique. Y tuvieron desde ese momento tiempo para la reflexión y el estudio. Estos monjes fueron los profesores universitarios cuando se crearon las universidades. Para estos monjes había tiempo tanto para el cuidado del prójimo como para el estudio del alma y el cuerpo. Sólo así podía ser la ayuda. Porque sin concepto no se podía ayudar. Había una clasificación de las jerarquías: primero estudiar y luego predicar para poder salvar el alma.
-La pregunta es muy pertinente. El cambio que se dio es el siguiente: cuando órdenes como los franciscanos se dieron cuenta de que su tarea era ocuparse del prójimo, se trataba de un cuidado no sólo del cuerpo del prójimo, sino también de su espíritu y alma. Eso significaba que había que dedicarse a reflexionar y a estudiar qué es ese cuerpo, qué es esa alma y ese espíritu. Entonces, para poder ayudar hace falta ser primero un buen teólogo, ser una persona preparada en el estudio del cuerpo, de la naturaleza, el estudio del ánima, de la psique. Y tuvieron desde ese momento tiempo para la reflexión y el estudio. Estos monjes fueron los profesores universitarios cuando se crearon las universidades. Para estos monjes había tiempo tanto para el cuidado del prójimo como para el estudio del alma y el cuerpo. Sólo así podía ser la ayuda. Porque sin concepto no se podía ayudar. Había una clasificación de las jerarquías: primero estudiar y luego predicar para poder salvar el alma.
-Entre los legados del monacato solemos pensar en la vida espiritual, la oración, el rezo, el trabajo. ¿Cuál es el lugar para la vida mística? Los carmelitas, San Juan de la Cruz, Santa Teresa. Ese legado místico de la vida en contemplación en el monasterio, ¿no se ha diluido en el hombre contemporáneo?
-El hombre contemporáneo, europeo y norteamericano, olvidó la vida mística. Porque hay tanto consumo y tanta dispersión, que se perdió la capacidad de la reflexión interior. Por otro lado, es muy interesante ver que en Europa, las órdenes que proponen una vida mística, retirada y concentrada en la interioridad, son las que más adeptos tienen. A tal punto que hay una modalidad que es, “monje a tiempo limitado”. En estas órdenes se ofrecen estadías de retiro, por un par de semanas por ejemplo. Muchos políticos van ahí, y lo interesante es que volvemos al punto del comienzo, el contraste que se da entre esa vida de consumo y esta vida, aunque sea por semanas, de interiorización.
-El hombre contemporáneo, europeo y norteamericano, olvidó la vida mística. Porque hay tanto consumo y tanta dispersión, que se perdió la capacidad de la reflexión interior. Por otro lado, es muy interesante ver que en Europa, las órdenes que proponen una vida mística, retirada y concentrada en la interioridad, son las que más adeptos tienen. A tal punto que hay una modalidad que es, “monje a tiempo limitado”. En estas órdenes se ofrecen estadías de retiro, por un par de semanas por ejemplo. Muchos políticos van ahí, y lo interesante es que volvemos al punto del comienzo, el contraste que se da entre esa vida de consumo y esta vida, aunque sea por semanas, de interiorización.
-Considerando esta época de diálogo interreligioso ¿sería conveniente alentar una perspectiva comparada sobre la vida monacal?
-Sí. Efectivamente, trabajo en un estudio comparado, ya no sólo de las órdenes cristianas, sino de las religiones: el hinduismo, el budismo y las iglesias ortodoxas. Incluyendo hinduismo y budismo porque la pregunta por el monacato no se agota ni se restringe a una pregunta por el monacato cristiano; la pregunta por el monacato es en cada una de estas diferentes maneras de darse histórica y actualmente.
-Sí. Efectivamente, trabajo en un estudio comparado, ya no sólo de las órdenes cristianas, sino de las religiones: el hinduismo, el budismo y las iglesias ortodoxas. Incluyendo hinduismo y budismo porque la pregunta por el monacato no se agota ni se restringe a una pregunta por el monacato cristiano; la pregunta por el monacato es en cada una de estas diferentes maneras de darse histórica y actualmente.
-En el caso de los jesuitas surgidos en el siglo XVI, ¿se podría pensar que representan el momento en el cual religiosos de ideales monacales debieron aceptar la debilidad del catolicismo frente al avance de los protestantes? ¿Los jesuitas no representarían el momento en que el monje, además de trabajar, de contemplar, de estudiar, debía actuar también como un “guerrero de la fe”, llevando la evangelización a todas partes? ¿No podría configurar esto un último aspecto de la historia de los ideales monacales?
-Cada momento tiene su monacato correspondiente, es como una coincidencia con el tiempo histórico. Se puede considerar que los franciscanos tuvieron la tarea del cuidado hacia el prójimo; entonces se desarrolló ese estilo de vida del monacato. En el caso de los jesuitas, se necesitaban soldados de la iglesia. No es casual entonces cada forma del monacato; cada forma está condicionada históricamente. Con respecto al misionar, esta misión evangelizadora ya estaba en los franciscanos. Pero con la venida de los jesuitas esa misión tomó más fuerza. Porque los jesuitas eran nuevos, tenían otro impulso y otra energía. El año pasado hicieron un congreso en Florida, en el que se concluyó que la labor evangelizadora de los franciscanos fue sustituida por el empuje misionero de los jesuitas. A los 12 años tenía un libro de lectura infantil, en el que se hablaba de las misiones jesuíticas en Argentina. No sabía dónde era Argentina, pero desde ese momento se me hizo que las misiones jesuíticas y Argentina son una y la misma cosa.
-Cada momento tiene su monacato correspondiente, es como una coincidencia con el tiempo histórico. Se puede considerar que los franciscanos tuvieron la tarea del cuidado hacia el prójimo; entonces se desarrolló ese estilo de vida del monacato. En el caso de los jesuitas, se necesitaban soldados de la iglesia. No es casual entonces cada forma del monacato; cada forma está condicionada históricamente. Con respecto al misionar, esta misión evangelizadora ya estaba en los franciscanos. Pero con la venida de los jesuitas esa misión tomó más fuerza. Porque los jesuitas eran nuevos, tenían otro impulso y otra energía. El año pasado hicieron un congreso en Florida, en el que se concluyó que la labor evangelizadora de los franciscanos fue sustituida por el empuje misionero de los jesuitas. A los 12 años tenía un libro de lectura infantil, en el que se hablaba de las misiones jesuíticas en Argentina. No sabía dónde era Argentina, pero desde ese momento se me hizo que las misiones jesuíticas y Argentina son una y la misma cosa.
-La contemplación del mundo quizá llevaría al hombre moderno a ir más allá de su vida en la inmediatez, en el aquí y ahora, en lo particular. Por eso, en este contexto, en un mundo que paradójicamente se dice global, pero donde el hombre está cada vez encerrado y atomizado en su presente inmediato, ¿el monacato no sería un mensaje hacia una recuperación de una conciencia más universal?
-Creo simplemente que sí. El monje lo que hace es siempre tener un punto de referencia. Ese punto de referencia está en la trascendencia. Es decir, la propia inmanencia tiene una referencia a la trascendencia y en esa referencia adquiere su significación y su sentido. Por supuesto que nosotros vivimos en la absoluta inmanencia, dispersados, distraídos, ocupados. Entonces, cada persona, lo que se podría proponer desde el monacato, es justamente ese punto de referencia con lo trascendente. Que no necesariamente tiene que ser una trascendencia de un monacato cristiano; puede ser hindú, o de cualquier otra religión. En segundo término, no necesita ser religiosa, sino que puede ser una trascendencia humana, en el sentido de que cada hombre sabe que hay algo que lo trasciende y no es pura inmanencia. En ese sentido se extendería el concepto de trascendencia en relación a la inmanencia, como una dispersión orientada por esa trascendencia.
-Creo simplemente que sí. El monje lo que hace es siempre tener un punto de referencia. Ese punto de referencia está en la trascendencia. Es decir, la propia inmanencia tiene una referencia a la trascendencia y en esa referencia adquiere su significación y su sentido. Por supuesto que nosotros vivimos en la absoluta inmanencia, dispersados, distraídos, ocupados. Entonces, cada persona, lo que se podría proponer desde el monacato, es justamente ese punto de referencia con lo trascendente. Que no necesariamente tiene que ser una trascendencia de un monacato cristiano; puede ser hindú, o de cualquier otra religión. En segundo término, no necesita ser religiosa, sino que puede ser una trascendencia humana, en el sentido de que cada hombre sabe que hay algo que lo trasciende y no es pura inmanencia. En ese sentido se extendería el concepto de trascendencia en relación a la inmanencia, como una dispersión orientada por esa trascendencia.
Fuente: Revista Ñ
No hay comentarios:
Publicar un comentario